Continúo por el barrio y en esta ocasión visito el Monasterio de San Vicente de Fora, edificado en el siglo XVI, de aquí me quedo con el panteón de la dinastía Braganza y la terraza de la iglesia, a la cual se puede acceder y ofrece maravillosas vistas de la ciudad y el tajo.
Descendiendo por las calles llego a el Museo del Fado, y me acuerdo de mi hermana, paso a visitarlo y allí me quedo largo tiempo embriagado por esa maravillosa música, leyendo su historia y escuchando voces como la de Amalia Rodrigues. Sin duda este es un lugar de obligatorio paso.
Ya cerca del río encuentro la Casa dos Bicos y la Catedral a la cual entro en una visita un tanto rápida por la hora y el hambre que va apareciendo, me dirijo a un restaurante recomendado por Antonio y que yo recomiendo también, pues puedo afirmar que creo que nunca jamas comeré un Bacalao Dorado (Bacalao au Brass) como el que me sirvieron en la Cervejaria da Trindade, la comida muy buena y el lugar es muy bonito.
Ya por la tarde voy al Oceanario, y vuelvo a insistir, si has estado en el de Valencia, como yo, lo demás se queda corto, aunque este es bastante grande. Visito el centro de la ciudad y voy a el musical "Um Violino no Telhado" (Un violinista en el tejado) en el Teatro Politeama, una muy bonita obra para cerrar un día muy completo
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