
He decidido didicarle una entrada en el blog a la visita que hicimos el pasado día 5 de Julio al Monasterio de Montesión, dada la impresión que nos causó, tanto el conocer a el Hermano Antonio, de la Orden de San Antonio y San Pablo, último ermitaño que aún queda, y que ya no vive de continuo en el Monasterio, como el pasear por las estancias del Monasterio acompañados del Hermano Antonio y junto con una familia portuguesa (de Oporto).
Este Monasterio se sitúa a unos 3 kilómetros, por el camino de San Isicio, bordeando la sierra.

Fue fundada por San Julián Ferrer después de que se le apareciese la Virgen María en una cueva que está situada al lado de la capilla. Muy interesantes son los frescos de la capilla, con retratos de otros santos ermitaños, escenas y símbolos de la pasión de cristo.

En el Monasterio se nos muestra la forma de vida extremadamente austera de los ermitaños que allí vivían. Visitamos las celdas, con una cama, mesa, silla y una simple percha. El refectorio con un cuadro de la Santa Faz que impresiona. Todo orientado estratégicamente para recibir el máximo de luz durante el día y unas vistas privilegiadas de la montaña, sin duda el lugar es envidiable.

La construcción está asentada sobre calizas de la sierra, dando lugar a que algunas dependencias se encuentren dentro de la sierra a modo de cueva.
Otra cosa que impresiona es bajar a la cripta, que aunque con remodelaciónes nos dejó marcados para el resto de la visita y el descenso a el pueblo.
Pero no solo fue el edificio, la propia persona del Hermano Antonio, transmitiendo una paz, y una alegría, una mente muy clara, sin duda me dejó huella.
Nunca había estado en un Monasterio y fue una experiencia inolvidable y me ha dejado marcado.

Un saludo al Hermano Antonio.