La siguientes parada es la Iglesia de Santa Clara, actualmente alberga la Colección de Arte Visigodo de Mérida, es una de las mejores obras del barroco clasicista con que cuenta la ciudad de Mérida. La Iglesia formaba parte del antiguo Convento de Santa Clara, mandado a construir en el siglo XVII por iniciativa del emeritense Lope Sánchez de Triana. Tras la desamortización, el convento sería objeto de usos varios, en 1838, fecha de constitución del museo, la iglesia se cedió para depósito de antigüedades. Se trata de un pequeño templo con planta en forma de cruz latina y se desarrolla en una sola nave abovedada, con lunetos y cúpula de casetones en el crucero. Sigue una tipología característica de las iglesias conventuales, donde se aprecia una segregación de los espacios destinados a la clausura. Hoy, dentro de las piezas que se exponen encontramos la Placa Fundacional de la Concatedral de Santa María, que será nuestra siguientes parada en la ruta.
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Iglesia de Santa Clara |
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Placa fundacional de la Concatedral de Santa María en la Colección de Arte Visigodo |
La actual Concatedral de Santa María se levanta, según las investigaciones de importantes arqueólogos e historiadores, sobre la que fuera Catedral de Santa Jerusalén, sede del arzobispado visigodo de Emérita. Con la invasión árabe de la ciudad, la comunidad cristiana de Mérida se ve obligada a abandonar la población llevándose consigo las reliquias de la iglesia emeritense, entre las que se encontraban las de la mártir Eulalia. La irrupción de las tropas árabes en la ciudad traerá consigo la pérdida, en un principio provisional, de la sede metropolitana de Mérida. Posteriormente, bajo el pontificado de Calixto II, por bula de 28 de febrero de 1119, la Sede emeritense fue trasladada a Santiago de Compostela. En 1230 comienza la construcción de una capilla dedicada a Santa María sobre las ruinas de la seo visigoda. En el año 1479, Alonso de Cárdenas, maestre de la Orden de Santiago, ordena la ampliación de dicha capilla dando forma, de este modo, al templo actual, con el fin de convertirlo en la Iglesia Mayor de la ciudad. En 1994, con la Bula Universae Ecclesiae del papa Juan Pablo II, mediante la cual se restituye el antiguo arzobispado emeritense con el nombre de Mérida-Badajoz, el templo de Santa María obtiene la dignidad concatedralicia.
La concatedral, de planta rectangular, consta de tres naves (la central, dos veces más ancha que las laterales), separadas por pilares de sección cuadrada, con una columna adosada en cada frente sobre la que apean arcos apuntados. La cubierta de las naves, originariamente de armadura mudéjar, es de bóveda de aristas.
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Concatedral de Santa María |
Leyenda del "El Tesoro de Santa María"
Entre las leyendas que encierra la actual concatedral, destaca aquella que atribuye al templo como depositario del perdido Tesoro del Templo de Jerusalén.
Según las crónicas del historiador árabe del siglo X, Ahmad al-Razi, durante la conquista de Al-Andalus, se halló en uno de los templos de la ciudad de Mérida parte del Tesoro de Jerusalén, conseguido durante el saqueo del Templo de la Ciudad Santa por Nabucodonosor. Junto al monarca babilónico, había participado en el saqueo Isban, rey de Al-Andalus, quien traería parte del botín a Mérida. Entre estos tesoros se hallaba, según citan todos los eruditos árabes, una misteriosa piedra de luz, "la alquila", que alumbraba la concatedral, en la que se guardaba, sin necesidad de lámparas, un cántaro de aljófar lleno de perlas que fue entregado al califa de Damasco, y después a su sucesor Suleyman, quien la colocó en la mezquita junto a la llamada Mesa de Salomón, de esmeraldas y piedras preciosas, también procedente de Mérida.
Las crónicas cuentan, que años después de la conquista de la ciudad, uno de los clérigos del antiguo templo metropolitano, aún destinado al culto cristiano, narraba cómo los árabes entraron en la ciudad llevándose una piedra que hallaron puesta debajo de un crucifijo, que esparcía tal claridad que se podía rezar las horas canónicas sin otra luz que la esparcida por ella. En cuanto a la legendaria Mesa, hay tantas descripciones como cronistas del mito. Según el Ajbar Machmua, una crónica bereber del siglo XI, es una mesa «cuyos bordes y pies, en número de 365, eran de esmeralda verde» y Al-Macin asegura que estaba «compuesta por una mezcla de oro y de plata con tres cenefas de perlas».
Y aquí finaliza la ruta que nos ha llevado a descubrir una Mérida desconocida, llena de historia y leyendas, que he querido trasladar en esta entrada.
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