Según algunos investigadores la Basílica de Santa Eulalia fue el primer templo cristiano erigido en Hispania tras la paz del Emperador Constantino. En su interior encontramos una Cripta que fue encontrada en excavaciones en 1990 y en la cual han aparecido importantes restos romanos y visigodos.
Por momentos impone estar en la cripta y sobre tu cabeza estar oyendo misa en la Basílica.
Las primeras construcciones en el lugar que hoy día ocupa la Basílica y su cripta son de origen romano, una casa romana construida sobre el año cero y fue sustituida por otras casas durante los tres siglos siguientes, de estas casas se conservan pocos restos.
Desde el siglo IV las casas fueron arrasadas y en su lugar se instaló una necrópolis con ricos mausoleos y tumbas. Uno de ellos, encontrado en la cabecera de la actual iglesia, tuvo que ser el túmulo en memoria de la Mártir Santa Eulalia (descrito por Prudencio).
En el siglo V se construye la Basílica de dicada a Santa Eulalia de forma que los muros de su cabecera englobarían al túmulo de la martir. De gran tamaño fue reconstruyendose y renovandose en siglos posteriores. Hoy en su interior sigue enterrándose a obispos y personajes importantes.
En el año 875, bajo el dominio musulmán, la comunidad cristiana de Mérida tuvo que emigrar a Badajoz y la basílica quedo abandonada y casi en ruinas. Tras la reconquista de la ciudad la basílica fue reconstruida en estilo románico.
Un lugar que no se puede dejar de
visitar si se está en Mérida.
ÁLBUM DE GOOGLE.
Según Prudencio:
Santa Eulalia fue martirizada durante la persecución, entre los años 303 y 305. Siendo Eulalia una niña de doce años, se presento ante las autoridades de Mérida para declararse como cristiana, tras escaparse de la casa donde los padres huían de la persecución. Fue martirizada con hierros y fuego, al morir salió una paloma blanca de su boca y su cuerpo fue cubierto por una nevada inusitada. Enseguida se consideró protectora de Mérida dándosele culto. Su fama se extendió fuera de Mérida, apareciendo en mosaicos de Rávena (Italia) y el Obispo francés Gregorio de Tours cuenta el milagro que ocurría en su tumba que cada aniversario de su martirio nacían tres árboles.