domingo, 25 de agosto de 2024

Zamora


De camino a Mérida decidimos hacer una parada para conocer la localidad castellano-leonesa de Zamora que conserva en su casco antiguo un importante legado de arte románico, lo que le ha valido la declaración de Conjunto Histórico-Artístico. Y es que tantas veces como pasamos por la A66 y por fin decidimos entrar a visitarla.
 
Se encuentra enclavada a orillas del río Duero y en plena Ruta Vía de la Plata, su importancia medieval ha dejado huella en murallas, palacios y templos. El Puente de Piedra que cruza el Duero da la entrada a esta ciudad de fuerte impronta medieval, conocida como la Ciudad del Románico. 


Ya cuando llegamos y comenzamos a pasear por su casco antiguo nos transportan a la Edad Media, época en la que la ciudad soportó sitios y ataques. Llamada “la Bien Cercada”, por su triple cinturón defensivo, siendo el tramo de Muralla mejor conservado el primero de los tres que fue construido en el siglo XI, en tiempos de Fernando I, que rodea el casco histórico y el Castillo, fue edificada sobre otra anterior de época árabe

Conserva alguna de las puertas de acceso: Puerta de Doña Urraca que corresponde a la segunda mitad del siglo XII, Puerta del Obispo junto a la Casa del Cid, Puerta de Santa Clara, Puerta de San Pablo, Puerta de Santa Ana, Puerta de San Torcuato, Puerta del Mercadillo, Puerta Nueva. Destaca el denominado Portillo de la Lealtad constituido por un arco de medio punto y que previamente era conocido como Portillo de la Traición, por donde entró en la ciudad Bellido Dolfos, perseguido por el Cid, después de haber dado muerte al Rey Sancho II. En la  Plaza Mayor estaría la desaparecida Puerta Nueva de San Juan, y queda señalizado en el suelo por donde iría la muralla.



El Castillo de origen árabe que aún conserva la Torre del Homenaje, la puerta y el foso. A su lado, se levantan la torre y el cimborrio de la Catedral de Zamora, sin duda, sus elementos más característicos, con la cúpula gallonada y cubierta con escamas de piedra, de estilo bizantino, se construyó en el siglo XII, mientras que la torre románica que le acompaña data del XIII.



En nuestro camino hasta la Plaza Mayor, por calles estrechas y empedradas, admiramos un nutrido conjunto de iglesias románicas, como las de Santiago el Burgo, La Magdalena o San Cipriano. Bóvedas de crucería gótica, ábsides y portadas adornadas con motivos vegetales y los relieves más antiguos de la ciudad, son algunas de las joyas que, respectivamente, podemos encontrar en este hermoso paseo monumental. Merece la pena detenerse en los capiteles y arquivoltas de todos los templos románicos que encontremos a nuestro paso. 
 
Dentro de la arquitectura civil, destacamos algunos edificios más emblemáticos de traza renacentista: el Hospital de la Encarnación, sede de la Diputación Provincial; el Ayuntamiento Viejo, mandado construir por los Reyes Católicos; el Palacio de los Momos, actual sede de la Audiencia Provincial; o el Palacio del Cordón, que aloja al Museo de Zamora. Otra joya de la arquitectura renacentista es el Palacio de los Condes de Alba de Aliste del siglo XV, hoy Parador de Turismo.

 
La Seña Bermeja, la bandera de la ciudad de Zamora, se compone de ocho tiras rojas que representan las ocho victorias obtenidas1​ por Viriato sobre diversos pretores y cónsules romanos, y una banda verde esmeralda, banda que Fernando el Católico colgaba sobre su hombro​ y que colocó coronando la Seña Bermeja, en recompensa y reconocimiento de los auxilios prestados en la batalla de Toro, que tuvo lugar en la vega de Toro, cerca de Peleagonzalo, en marzo de 1476.


Otro lugar que hay que visitar son Las Aceñas de Olivares, que constituyen un conjunto de molinos de origen medieval que fueron la primera industria de la ciudad. Se levantaron hasta siete ruedas para la molienda del trigo con sus correspondientes presas o azudes. Estas instalaciones, entre los siglos X y XII pasaron a ser propiedad de la iglesia y así se mantuvieron hasta la desamortización de Mendizábal. 
 
A lo largo del tiempo han sufrido diversas reconstrucciones, hasta que en el siglo XIX, perdieron el uso molinero que se le venia dando. Después de una muy minuciosa restauración, las aceñas fueron inauguradas en julio de 2008. Gracias a ello, no sólo se ha recuperado su arquitectura, las tres aceñas, e ingenios que ya de por sí justifican una visita, sino también brinda ahora la oportunidad a los visitantes y habitantes de caminar sobre el Duero, escuchar su fuerza, y disfrutar de sus vistas. Y desde ahí en verano se puede cruzar el río en una barca, la experiencia y las vistas de la ciudad merecen la pena. Y el barquero . .  . cubano de La Habana.



Y para acabar una visita al exterior de la Iglesia de Santiago el Viejo o de los Caballero, es el más sencillo y pequeño de los templos románicos de la ciudad, situada a extramuros, cerca del castillo. Según cuenta la leyenda aquí fue armado caballero el famoso héroe medieval Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador) por el Rey D. Fernando I de Castilla.




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