"La ciudad de Málaga es una ciudad bella, próspera
muy poblada, de extenso perímetro, espléndida, completa
y magnífica... Sus habitantes beben agua de pozos;
esta agua se halla casi a flor de tierra, abundante y dulce."
(Abu 'Adb Allah Muhammad al-Idrisi. Siglo XII)
Fundada por los fenicios en el siglo VIII a.C., y situada a orillas del
Mediterráneo, Málaga dispone de un gran patrimonio cultural y
arquitectónico concentrado en su centro histórico, que se puede recorrer en relativamente poco tiempo, además de extensas
playas para relajarte, interesantes museos, ambiente encantador y sobre
todo, cientos de restaurantes y bares en los que podrás probar sus
platos más típicos como el espeto de sardinas o el pescaíto frito. Una ciudad que nos ha encantado, que no conocíamos y de la que nos fuimos con ganas de volver.
Comenzamos nuestro viaje con una parada en la Antigua Casa de Guardia, muy cerca del apartamento donde nos quedamos en el Barrio del Soho. La Bodega Antigua Casa de Guardia, es una empresa fundada en 1840 por José de la Guardia, caballero español que acabaría ostentando el título de Gobernador de Segovia a propuesta de la propia Reina Isabel II. Esta circunstancia propició la venta del establecimiento a Enrique Navarro, quien en 1895 lo legó a José Ruiz Luque, que permaneció al frente del negocio toda su vida. A su muerte sin descendencia en 1932, el establecimiento pasó a su sobrino, José Garijo Ruiz, quien se convirtió en el principal impulsor de la bodega durante el siglo XX, continuó con la tradición vinatera, que ha llegado hasta nuestros días. En ella puedes encontrar gran variedad de vinos de Málaga entre los que está el Pajarete.
Una vez tomado un vino, nos adentramos en la Calle Larios, que con apenas 350 metros de largo y 16 metros de ancho es una de las vías comerciales más deseadas del mundo y debe su nombre a Manuel Domingo Larios y Larios, II Marqués de Larios, promotor en el siglo XIX del desarrollo de la industria textil en la ciudad. Su efigie se puede contemplar al comienzo de la calle en un conjunto escultórico firmado nada menos que por Benlliure y que se encuentra en el cruce de la Alameda Principal. Centraliza buena parte de la vida social de Málaga.
La calle del Marqués de Larios (así se denomina oficialmente) existe desde 1891 y desde entonces arrastra un halo glamuroso, aristócrata y elegante. Nace en la Plaza de la Constitución y desemboca en el parque de la Alameda Principal, a un paso del mar. En ella hay gran cantidad de tiendas entre las que destaca la más antigua de la calle, la Farmacia Mata, fundada en 1894.
Caminamos por esta bonita ciudad hasta el Paseo Marítimo, además de ver cruceros, lujosos yates y barcos de pesca, nos acercamos a la zona comercial del Muelle Uno que cuenta con un amplia de oferta de restauración, de compras y de ocio y llegamos hasta La Farola, un faro que se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad, desde el que puedes observar un fantástico atardecer.
El día siguiente nos levantamos y salimos a Desayunar un Pitufo, típico de Málaga es un bollo con lo que se te ocurra. Seguidamente vamos a conocer el Mercado de Atarazanas, un lugar imprescindible de visitar, situado en un bonito edificio y que debe su nombre a un taller naval de origen nazarí que ocupó su mismo lugar, destaca su estructura de hierro y un gran arco de herradura, en él encontrarás puestos con productos locales y varios locales en los que podrás probar tapas tradicionales.
Un lugar para relajarte en el ajetreo de la ciudad, es el Hamman Al Andalus, unos baños árabes en los cuales desconectar del estrés diario y donde te ofrecen diferentes servicios. Situado en un espectacular edificio en el centro histórico de la ciudad. Muy recomendable.
Un lugar muy interesante e imprescindible para conocer la historia de la ciudad es el Museo de Málaga, situado en el Palacio de la Aduana. La primera planta está dedicada al arte y a los trabajos que tuvo que hacer la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo para crear un museo público en el siglo XIX, cuenta con salas tematizadas en torno a diversos aspectos como ‘La escuela malagueña de pintura: éxito nacional’, ‘La vanguardia en Málaga, entre Pablo Picasso y José Moreno Villa’ y, entre otros, ‘El paisaje en el siglo XIX: triunfo de un género’. La segunda planta se centra en la arqueología y nos habla de la colección privada que tenían los marqueses de Loring en su finca de La Concepción, una de las más importantes de España en el siglo XIX.
Madrugamos para, a primera hora de la mañana, visitar la Catedral de forma gratuita, antes de que comience la misa. Es conocida cariñosamente entre los locales como “La Manquita”, un apelativo que hace referencia al estado inconcluso de una de sus dos torres. Para remontarnos a la edificación de esta joya renacentista debemos regresar a 1487, año en que las tropas castellanas recuperaron la ciudad de Málaga y para evidenciar el “dominio espiritual” del cristianismo sobre el islam convierten sus antiguas mezquitas en iglesias, y la mezquita mayor, en catedral. Destaca la fachada principal barroca, el coro también barroco con 44 asientos estructurados en tres niveles que fue confeccionado con maderas de cedro, granadillo de América y caoba, en él se encuentran tallados los apóstoles y los padres y doctores de la iglesia, así como un amplio repertorio de santos y fundadores de órdenes religiosas.
Una visita imprescindible es el Museo Picasso. Fueron Christine y Bernard Ruiz-Picasso, nuera y nieto del artista respectivamente, quienes cedieron las obras que componen su colección permanente a la ciudad malagueña, cumpliendo así con la voluntad del pintor, para ello se escogió el Palacio de Buenavista, un maravilloso exponente de la arquitectura civil andaluza, como sede de la institución, se trata de un edificio con un rico pasado histórico, pues se halla sobre un antiguo palacio nazarí que presenta, al mismo tiempo, vestigios romanos y fenicios.
Mediante
un total de 166 obras repartidas en 11 salas, los visitantes pueden
reconstruir la trayectoria del artista, empezando por sus primeros
trabajos, pasando luego por los célebres periodos azul y rosa, para
luego abordar fases trascendentales de su obra, como el cubismo o el
surrealismo. Y mejor aún si coincides con algunas de las visitas
teatralizadas que realizan.
Aunque se puede ir en bus urbano (número 11), otro bonito paseo es caminar por el paseo marítimo hasta Pedregalejo y comer un Espeto de Sardinas y Pescaito Frito, en uno de sus numerosos restaurantes a pie de playa. De vuelta una visita al Cementerio Inglés, el primer cementerio protestante del país, fundado en 1831 por William Mark, en él hay enterrados numerosos personajes que han influido en lo que es la ciudad de Málaga hoy día, Joseph William Noble, Jorge Guillén o Gerald Brenan.
El Teatro Romano de Málaga se trata del principal vestigio de la vida romana en la ciudad malagueña y sus estudios han confirmado que son los restos arqueológicos del teatro de la Malaca antigua. El edificio conserva gran parte del graderío o cavea, la orchestra y la scaena originales, aunque hubo que realizar considerables obras de restauración en algunas zonas.
En una posición elevada sobre las faldas del monte Gibralfaro, se erige una enorme fortificación doblemente amurallada que data de época árabe. Construida en el siglo XI por el rey de taifas bereber de Granada Badis ben Habús, la Alcazaba, una Ciudadela que domina la ciudad y la bahía, levantada en un punto estratégico donde antes hubo una fortaleza fenicia. La ciudadela está protegida por el Castillo de Gibralfaro, construido en lo alto de la colina en el siglo XIV y conectado a la Alcazaba por un pasaje amurallado que se conoce como La Coracha.
Para subir hay dos opciones, en ascensor, que te llevará directamente a lo más alto, o a pie por una rampa con peldaños que nos lleva hasta el Arco del Cristo, tras cruzar esta puerta de entrada de la muralla exterior, enseguida llegaremos a la Plaza de Armas, destaco su precioso jardín, la Torre de la Vela y la su Puerta de la Coracha. Ascendiendo llegamos a la Puerta de los Siete Arcos, protegida por la Torre del Homenaje.
Accedemos al Palacio, donde encontramos las dependencias donde vivieron los reyes de taifas y, posteriormente, los de la dinastía nazarí. Esta zona, conocida como los Cuartos de Granada, tiene una arquitectura de estilo nazarí.
El Palacio está organizado en torno a varios patios, uno muy bonito es el Patio de los Surtidores, con una fuente central y arcos originales de la época califal. Desde este patio podemos acceder a la Torre de la Armadura Mudéjar, en la que destaca un techo de artesonado de madera del siglo XVI y a la Torre de Maldonado, con una bonita panorámica de Málaga o el hermoso Patio de los Naranjos.
Continuamos ascendiendo hasta el Castillo de Gibralfaro, recibe su nombre del faro que había en cúspide (Jabal-Faruk), es uno de los monumentos más visitados en Málaga, desde donde encontramos las vistas más espectaculares que se puedan ver de la ciudad y de la Costa del Sol. Se puede subir en bus urbano o bien a pie. Y lo que si recomendamos es bajar a pie por la Senda de los Ingleses en el Monte Gibralfaro.
La construcción de este castillo comenzó en tiempos del emirato de Abderramán I, a finales del siglo VIII. Sin embargo, las primeras crónicas árabes que mencionan el castillo de Gibralfaro datan de mediados del siglo XII. Dicen que su forma definitiva la adquirió en el periodo nazarí, durante los siglos XIV y XV. Está situado detrás de la Alcazaba, a la que estuvo unido por una coracha o camino protegido por murallas. Dispone de dos líneas de murallas y ocho torreones, entre los que se encuentran la Torre Mayor, con 17 metros de altura, y la torre albarrana o Torre Blanca, una de las más visibles, que conserva en su interior un aljibe.
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