Para completar el día en el Alentejo aprovechamos para conocer la localidad de Cabeço de Vide. Una bonita freguesia que nos ha sorprendido, pertenece al concelho de Fronteira donde destacan las ruinas del Castillo que se remonta a un castro establecido en el siglo II, en la época romana para controlar el desvío del itinerario romano que conectaba Lisboa a Mérida, sobre todo para acceder a las aguas medicinales sulfurosas, cuyas
termas, denominadas como “La Sulfúrea”, ubicadas junto a un pequeño río
represado, se
remontan al reinado de César Augusto. La villa fue invadida en 1190 para incorporarla a la corona de Portugal
de forma definitiva. Fue entonces cuando, con el objetivo de asegurar la
ciudad y la defensa de la zona, se reutilizó el castro existente para
elevar un castillo con cerca amurallada para guarecer a la población. En 1211 la posesión de la villa es transferida a la Orden de Avis por el
Rey Afonso II con la misión de defender el Alto Alentejo, del que
Cabeço de Vide forma parte.
Es una fortificación de pequeñas dimensiones, de planta circular, que resulta
de la utilización medieval de un antiguo castro romanizado. Presenta una puerta de entrada al sur, sobrepuesta a dos
ménsulas y escudo con la cruz de Avis. Dentro del recinto principal no
se consiguen identificar los vestigios de las construcciones que aquí
existieron. De la barbacana que envolvía el castillo nos quedan muy pocos elementos.
Al abandonar el pueblo nos paramos para conocer las Termas "La Sulfúrea" que existen desde el tiempo de los romanos son un oasis de calma y tranquilidad en medio de la planicie alentejana. Las aguas usadas desde hace casi cuatro mil años están indicadas en enfermedades osteoarticulares (reumatismo), respiratorias (asma, bronquitis, sinusitis, rinitis) y de la piel. El agua es sulfúrea, hipossalina e hiperalcalina, sódica y cálcica, con un ph de 11,55 y bacteriologicamente puras. Sin duda un lugar que habrá que volver a visitar.
Al abandonar el pueblo nos paramos para conocer las Termas "La Sulfúrea" que existen desde el tiempo de los romanos son un oasis de calma y tranquilidad en medio de la planicie alentejana. Las aguas usadas desde hace casi cuatro mil años están indicadas en enfermedades osteoarticulares (reumatismo), respiratorias (asma, bronquitis, sinusitis, rinitis) y de la piel. El agua es sulfúrea, hipossalina e hiperalcalina, sódica y cálcica, con un ph de 11,55 y bacteriologicamente puras. Sin duda un lugar que habrá que volver a visitar.
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