En el centro de Portugal, junto al río Mondego, se encuentra la ciudad muy noble de Coímbra y antigua capital del país. Durante siglos, ha sido el centro intelectual de Portugal, es conocida por ser la ciudad de los estudiantes, de las capas negras, del Fado de Coímbra y de la bohemia académica. Y es que ya los romanos se enamoraron de este lugar que llamaron Aeminium, un punto de cruce entre Olissipo y Bracara Augusta. Coímbra es una caja de sorpresas del patrimonio histórico. Nosotros proponemos una ruta para disfrutar de todo su patrimonio, desde la zona alta en el acueducto hasta el río Mondego, que cruzamos para tener unas espectaculares vistas de la ciudad y visitar el Monasterio de Santa Clara.
Salimos del jardín para dirigirnos a la Universidad de Coímbra, Alta y Sofía, la más antigua de Portugal, situada en lo alto de la ciudad, con vistas sobre el Río Mondego, esta prestigiosa universidad fue fundada en 1290 y declarada como Patrimonio de la Humanidad en 2013.
Accedemos por la Puerta del Ferrocarril al Paço das Escolas, un patio espectacular rodeado de varios monumentos, entre ellos la Torre comúnmente conocida entre los estudiantes como la Torre de la Cabra y que marca los tiempos de la universidad.
Pero una de las joyas es la impresionante Biblioteca Joanina, del siglo XVIII y de estilo rococó, que enamora por sus estanterías de madera llenas de libros antiguos y sus techos pintados, solo tienes 10 o 12 minutos para estar dentro pero es una pasada, el olor, la luz, las estanterías, una experiencia inolvidable, quizá es la mejor biblioteca en la que he estado.
Otro de sus edificios más importantes es el Palacio Real, que tiene varias salas que merecen la pena visitar, como la Sala dos Capelos, la Sala del Examen Privado, la Sala das Armas y la Capilla de San Miguel con un magnífico órgano y donde tuvimos la oportunidad de asistir a un concierto de órgano. También se puede visitar el Museo de Física, el Laboratorio Químico o el Museo de las Curiosidades, muy interesante este último.
Antes de comenzar la bajada hacia el río, pasamos por el Museo Nacional Machado de Castro, un museo centenario con una rica colección de arte sacro, que por obras estaba cerrado durante nuestra estancia en la ciudad y en cuyas profundidades custodian las impresionantes galerías del Criptoportico de Aeminium de la época romana, fue impresionante la visita a este lugar, muy recomendable.
Junto al museo se encuentra la Catedral Nova, situada en el antiguo Colegio dos Jesuítas y construida entre 1598 y 1698. La fachada de la iglesia sorprende por la mezcla de dos estilos diferentes: manierista en la parte baja con 4 estatuas de santos jesuitas y barroca en la parte superior. En el interior destacan los magníficos retablos de talla dorada, la sillería del coro y la pila bautismal, ambas traídas de la Catedral Vieja.
Comenzamos a bajar por las callejuelas del casco histórico de esta ciudad hasta llegar a la Catedral Velha, se trata de uno de los monumentos románicos más importantes y bonitos del país. Finalizada a mitad del siglo XII, esta iglesia es la única que ha sobrevivido de la época de la reconquista, su exterior se parece a un pequeño castillo con almenas en la parte superior de sus muros, en el interior alberga un precioso claustro gótico. Sus escalinatas es escenario de uno de los momentos más importantes de la vida académica, la Serenata de Queima das Fitas, que se celebra tradicionalmente en mayo.
Seguimos caminando hasta la Rúa Quebra Costas, pasamos al lado de la Tricana de Coimbra, el cumplido a la mujer de Coímbra, y justo frente a ella está uno de los lugares ideales para escuchar el Fado de Coímbra, que es un fado diferente del de Lisboa, de serenata, que debe ser interpretado solo por la voz masculina y siempre con el tema del anhelo y el amor, por la mujer, por la ciudad, por la universidad, aunque ya en los últimos tiempo hay voces femeninas. Otra particularidad es que es considerado como el más erudito, aunque nunca niega las influencias populares, porque muchos de los grandes fados son poemas de algunos de los poetas portugueses más distinguidos que estudiaron en Coímbra.
Muy cerca se encuentra la Torre Barbacã, que se abre a un patio donde el fado y la guitarra portuguesa se honran en una escultura, junto a la torre encontramos el Arco de Almedina, antigua puerta morisca que formaba parte de la muralla medieval que rodeaba la ciudad. Esta puerta del siglo XI, se utilizaba para acceder a la ciudadela y en la actualidad es el punto de conexión entre la Alta y la Baixa, las dos zonas en las que se divide el centro histórico.
Recorremos la Rua Ferreira Borges, la arteria principal de la ciudad, hasta llegar a la Plaza 8 de mayo y ver la impresionante fachada del Monasterio de Santa Cruz, fundado por la Orden de Canónigos regulares de san Agustín en 1131, este templo románico se ha convertido en Panteón Nacional al estar enterrados D. Afonso Henriques y D. Sancho I, primeros reyes de Portugal. Merece la pena entrar en su interior para ver el Claustro del Silencio, la Capilla de los Mártires de Marruecos y la Capilla Mayor, donde se hayan las tumbas reales.
Salimos del Monasterio y a la vuelta en la Rua Olimpio Nicolau Rui Fernandes encontramos el Mercado Municipal D. Pedro V, uno de los más antiguos y emblemáticos, es un lugar donde los habitantes de la ciudad se reúnen para comprar productos frescos y de calidad. Aquí, los olores y colores de verduras, frutas y hierbas aromáticas llenan el aire, mientras los vendedores, muchos de ellos con décadas de experiencia, ofrecen sus productos con una sonrisa.
Caminamos hacia el Río Mondego y lo cruzamos por el Puente de Santa Clara, además de tener unas vistas fantásticas de la ciudad, llegamos al Monasterio de Santa Clara-a-Velha, construido en 1314, tuvo el gran problema de estar ubicado muy cerca del río Mondego, por lo que sufría frecuentes inundaciones, lo que ocasionó que en el siglo XVII las monjas se trasladarán al nuevo Convento de Santa Clara y este quedará abandonado. Después de una profunda restauración se pudo sacar a la luz la parte inferior de la iglesia y del claustro.
Continuamos subiendo hasta el Monasterio de Santa Clara-a-Nova destaca por su gran claustro y por la iglesia de estilo manierista, que guarda en su interior el ataúd de plata que contiene el cuerpo de la Reina Isabel.
No podemos acabar esta visita a la ciudad sin escribir sobre su gastronomía. Según la tradición, y temiendo el saqueo de las tropas napoleónicas durante las invasiones francesas, la población de Miranda do Corvo eligió usar el vino para conservar la carne de los animales de una manera más duradera, así nació la Chamfana, un plato de confección que consume mucho tiempo que, a pesar de no originarse en Coímbra, finalmente se convirtió en un manjar de la ciudad. Sin embargo, la joya de la gastronomía conimbricensa son los dulces conventuales, gracias a las labores y el conocimiento de los conventos y monasterios de la ciudad: entre los Pastéis de Santa Clara o El Suspiro (de merengue), así como las Rustadas, las Queijadas o los Cruzios, no faltan razones para deleitarse y uno de los mejores lugares es la Pastelería Briosa en el Largo da Portagem.
Fuera de la ciudad a pocos kilómetros encontramos en la cercana ciudad de Condeixa, la ciudad romana de Conimbriga en la que encontramos termas, anfiteatro, foro y acueducto, nadie es indiferente a los mosaicos elaborados y artísticos de las casas nobles. Es un viaje en el tiempo que no puedes dejar de incluir en la visita a Coímbra.























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